miércoles, 28 de marzo de 2007

Daevas por un Daeva

Este es un pequeño ensayo escrito por uno de los Inquisidores de Roma. Disfrútenlo como yo lo he disfrutado.


Yo, Daeva.

Por Valentino Grimaldi

Los Ventrue nos temen y nos consideran un nido de serpientes del cual se deben cuidar; los Gangrel creen que los vemos sobre el hombro; los Mekhet se han acostumbrado a ver en nosotros a un grupo de hedonistas y políticos que disfrutan del placer y los Nosferatu creen que ignoramos el dolor... Y en gran medida tienen razón. Somos todo eso y mucho más. Y todos ellos están tan celosos y tan ciegos como para aceptar que la perfección del mundo de Tinieblas es nuestra. Nadie mejor que los Daeva conoce el poder de la sangre plagada de belleza, clase, distinción y la más pura seducción.

Nos hemos adaptado a la condición de Vástagos que para nosotros es solo una transición entre nuestro mundo mortal y el mundo de las tinieblas. Somos todo aquello que ninguno de los otros clanes ha podido llegar a ser. Somos aquellos seres oscuros que muchos, muchísimos mortales desearían tener a su lado simplemente para saciar su hambre de placer y de experiencias sublimes que nadie más puede saciar. Cosa que ninguno de ellos ha logrado o logrará.

Nosotros no hacemos que nuestras víctimas obedezcan órdenes ni nos mostramos como seres tenebrosos para que nos teman, no somos el espectro de la batalla arcaica y absurda y tampoco jugamos a chamuscarnos en la mente de nuestras víctimas. Eso lo dejamos para los demás. Eso es para la chusma. Nosotros somos el encanto personalizado, somos esa atracción magnética y adictiva que nadie puede resistir. Ya éramos seductores antes, ahora somos maestros en el arte de la seducción, ahora la personificamos.

No nos escogieron para trascender sino para perfeccionarnos. Ellos, nuestros sires, encontraron que éramos incluso mejores que ellos mismos pues el encanto y la maravilla que representamos desde nuestra mortalidad fue más que suficiente para hacerlos salir de su dulce egoísmo y buscar nuestro ser lleno de complejidades y sensualidad. Muchos creen que la mayoría de los Daeva somos fruto de un pasajero capricho de nuestros sires. ¡Envidiosos! Muchos de aquellos Vástagos ni siquiera representaron eso para sus sires, algunos fueron incluso un acto de misericordia porque su vida como mortales no valía la pena.

Ellos creen que los Daeva no somos más que un grupo de lujuriosos hambrientos de placer. No tienen ni la más mínima idea de lo alejados que están de ello. Si bien somos criaturas atadas a los placeres y a nuestros deliciosos y refinados vicios es porque nosotros somos la tentación. Incluso los Súcubos que pertenecemos al Lancea Sanctus sabemos que uno de los fines por los cuales el mismo Dios nos colocó en el mundo es para recordarles a los mortales lo que realmente significa la tentación y para recordarles a los vampiros que muchos de ellos han caído ciegamente por uno de nosotros, se han revolcado en el vicio con alguno de nosotros y luego se han redimido y santificado como por uno de nosotros. Somos culpables de mucho, sí... ¿Pero podrías odiarnos? ¿Serías capaz de negarte a un beso de nuestros labios? ¿Tendrías el valor de no quemarte con el adictivo sabor de nuestra piel y nuestra sangre? ¿Podrías huir de nosotros en medio de una noche de luna llena y escuchando nuestra voz plagada de sensualidad y calor sobrenatural?

No somos vampiros, somos Daeva, somos las perfección y nada pueden hacer para evitarlo o tan siquiera ignorarlo. Muchos pueden afirmar que somos incorregibles arrogantes y se equivocan, somos perfectos arrogantes.


Ahora deja de pensar tonterías. Sabemos que no puedes vivir sin nosotros.

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